La comunidad científica asegura, desde hace ya varias décadas, que es fundamental para el organismo y la salud del futuro bebé, los cuidados previos en las mujeres que tienen en sus planes quedar embarazadas.
Un estudio reciente dela UC DavisSchool of Medecine reveló que las mujeres que no tomaban a diario vitaminas, antes de quedar embarazadas y durante el primer mes de embarazo, multiplicaban en dos veces las probabilidades de que el niño sufriera autismo.
El estudio detalla además que este riesgo se acrecentaba siete veces si alguno de los padres poseía predisposición genética en lo relacionado con este tipo de trastornos.
Los especialistas que trabajaron en la investigación dieron cuenta de la importancia del consumo de ácido fólico (la forma sintética del folato o vitamina B9) y las demás vitaminas B en suplementos prenatales para evitar déficit en el desarrollo temprano del cerebro del feto. El folato es fundamental para el neurodesarrollo, y se ha determinado que el consumo adicional de ácido fólico puede prevenir un máximo del 70 por ciento de los defectos del tubo neural.
La importancia de los resultados de este análisis radica en ser el primer ejemplo de interacción entre los genes y el medio ambiente en patologías como el autismo. Si bien, es una afección que puede sufrirse por múltiples causas, no siempre han sido evaluadas las exposiciones ambientales como factores incidentes.
Para realizar el estudio, los investigadores recopilaron datos de aproximadamente 700 familias del Norte de California con niños de 2 a5 años de edad que sufrían de autismo o desarrollo típico.
El informe indagó sobre el tipo de vitaminas que habían consumido las madres, la dosis, la frecuencia y durante qué meses del embarazo había continuado el tratamiento.
La conclusión más relevante es la necesidad de tomar medidas preventivas que puedan reducir todos los riesgos posibles a fin de proporcionar las mejores condiciones para llevar adelante un embarazo y un parto saludable.
