La visión es uno de los sentidos más importantes en el desarrollo del niño. Muchas investigaciones informan que hasta el 75 por ciento del aprendizaje, durante sus primeros años de vida, es procesado a través de la visión.
La visión de los bebés al momento del nacimiento es limitada, aunque son sensibles a los rostros humanos y a los objetos movibles. Con el transcurso de los días, lentamente los niños van ajustando su visión y obtienen logros rápidos y significativos.
Si la madre coloca su rostro a 20 centímetros de la cara del bebé, él puede verla correctamente y mover sus ojos en señal de reconocimiento.
Será recién a los tres meses cuando comenzará a captar detalles y mostrarse en condiciones de formar una imagen tridimensional del mundo. Este proceso es necesario incluso para el desarrollo posterior de su movilidad, ya que precisa reconocer la dimensión de los espacios para intentar gatear.
A partir de los 6 meses, comenzará a diferenciar las imágenes, incluso podrá reconocer dibujos. Comienzan a distinguir las expresiones faciales como, por ejemplo, la tristeza, el temor, la alegría, y responder a ellas con su propia expresión.
Luego de este periodo, el bebé podrá identificar objetos y adecuar su postura para ver aquello que realmente le interesa, consiguiendo el mayor desarrollo de la habilidad visual del bebé por la forma en que su cerebro interpreta la información que su ojo ve.
En esta instancia, los niños pueden ser estimulados con muñecos, móviles, materiales y juguetes de mucho contraste y de colores estridentes. Es importante que el cuarto cuente con buena iluminación y que el bebé sea cambiado de posición para que note diferentes panoramas.