Muchas veces nos despertamos a mitad de la noche con un grito o un llanto compulsivo y desconsolado de nuestro pequeño. Es importante revisar si el niño que llora o gime desconsoladamente en la noche, se encuentra despierto o aún está dormido.
Los niños suelen tener éste tipo de conductas, incluso a veces los podemos escuchar hablar, pero se encuentran en la fase de sueño profundo y cuando los padres nos damos cuenta solemos intervenir pensando que sufren, por eso tendemos instintivamente a despertarlos.
Ante éstos episodios, hay que observar sin intervenir si el pequeño se encuentra dormido, solo dejará de llorar y gemir y retornará a su sueño tranquilo sin nuestra ayuda. Si el niño se encuentra desconsoladamente llorando y está despierto, en ese caso podemos intervenir, calmándolo e intentando que se serene, para que retome el descanso nocturno, cuidándolo hasta que se vuelva a dormir.
Como hemos dicho en varias oportunidades, los despertares nocturnos a los 3 o 4 cuatro años forman parte del desarrollo natural de los niños, por eso en éstos casos puntuales conviene tranquilizarlos, hacerlos sentir seguros y retirarnos de su habitación antes que se vuelva a dormir, sino corremos el riesgo de pasar muchas noches de una habitación a la otra, cada vez que se despierte asustado.