Como hemos dicho anteriormente, el copiar todas nuestras acciones forman parte del aprendizaje de nuestro bebé, poco a poco a medida que crecen notaremos como adquieren nuestras características, caras de alegria cuando aplaudimos o cantamos una canción, la típica imitación de nuestros rostros cuando hablamos por teléfono móvil, el nerviosismos que denotamos al buscar las llaves dentro de nuestro bolso, la mano en la frente cuando nos encontramos agotados.
Al principio estas actitudes resultan muy cómicas, pero son el fiel reflejo de lo que nosotros le mostramos a diario a nuestro pequeño hijo, que no te sorprenda verlo estirar los brazos cuando recibe algún amigo, porque es algo que seguramente aprendió de ti.
Nuestra forma de responder, a todos los sucesos cotidianos y a los mensajes diarios, el niño los copia y los adapta a sus propias situaciones mediante las cosas que suceden a su alrededor.
La lectura, el deporte, los juegos, el hacer bircolage, armar rompecabezas, o estar en contacto con los padres y la naturaleza, le llamarán mucho la antención y posiblemente sea de ahí mismo de donde adquiera algunas respuestas a las diferentes situaciones, ya que los convertirá en verdaderos puntos de referencia para marcar su personalidad y sus propios gustos e intereses.