Muy a menudo, los doctores de familia remiten a las parejas a un consejero genético después de haber descubierto algún riesgo potencial en el árbol genealógico y la historia familiar en alguno de los dos, o porque un examen de sangre ha salido positivo, lo que significa que uno o los dos miembros de la pareja tienen alguna enfermedad genética que vale la pena tener en cuenta antes de tener un bebé.
Muchas parejas, como es de esperar, se ponen muy nerviosas cuando llega la hora de visitar este especialista, pero deben entender que allí es donde conseguirán la información acertada que pone fin a todas las dudas. En la mayoría de casos, la pareja asiste a esa cita pensando que el riesgo de pasar una enfermedad a sus hijos es mucho mayor de lo que realmente es, lo que después logra reducir sus niveles de ansiedad.
La mayor prioridad de uno de estos consejeros genéticos es la que darte la información que te ayude a ti y a tu pareja a tomar decisiones. Ellos nunca te van a decir si es buena o mala idea tener un hijo, pero si te van a dar todas las respuestas para que ustedes mismos sean los que tomen la decisión. Además los avances en la tecnología significan que las parejas en la actualidad tienen una mayor cantidad de opciones.
Una vez una mujer esté embarazada se puede realizar exámenes diagnósticos que pueden determinar si el feto tiene algún riesgo de nacer o en definitiva va a nacer con una enfermedad específica. Igualmente, las parejas que estén realizando fertilización in vitro pueden decidir que los embriones sean investigados con una técnica llamada Diagnóstico genético pre-implantación, para que sólo los embriones que no tengan ciertas enfermedades genéticas sean los implantados.
Foto: Neeta Lind