La audición es uno de los sentidos más importantes ya que juega un rol fundamental en el proceso de comunicación y de adquisición del lenguaje. Su pérdida o su disminución pueden afectar gravemente al niño si no son detectadas a tiempo.
Los primeros años de vida son el momento más importantes para este aprendizaje, debido a que los avances más significativos se producirán hasta los cinco años.
Por eso es muy importante que los padres presten atención al desarrollo evolutivo de sus hijos, entendiendo que una deficiencia auditiva no implica una discapacidad intelectual, aunque hay que atender sus necesidades especiales lo más temprano posible para garantizar el desarrollo social normal, basado en la comunicación. Es importante también no desconocer que el 85% de las dificultades para la audición ya existen al nacer.
A veces, no existe una pérdida total de la audición, sino deficiencias auditivas que implican alteraciones cuantitativas en una correcta percepción.
Si los adultos notan en sus hijos algunas de las siguientes conductas es necesario que realicen una consulta con el pediatra para su correcto diagnóstico y tratamiento:
- Cuando se trata de un recién nacido que no se sobresalta ante cualquier ruido, o no responde pasados los meses a las voces de su entorno familiar más inmediato.
- Cuando el niño ha cumplido un año de edad y no balbucea, o no se vuelve ante los sonidos familiares.
- Cuando a los dos años sólo comprende órdenes sencillas si nos está mirando de frente.
- Cuando a los tres años solo puede repetir frases excesivamente cortas.
- Cuando a los cuatro años no puede establecer un relato de algo que les sucede de manera cotidiana.
Luego de este periodo, cualquier niño que no hable de manera clara debe ser llevado a una consulta con un especialista.