La Fibrosis Cística es una enfermedad que puede poner en peligro la vida de tu hijo. Los niños con esta enfermedad tienen un gen defectuoso que afecta el movimiento del cloruro de sodio, o sal, tanto hacia dentro como hacia afuera de ciertas células. Como resultado de esto tu hijo podría presentar mocos espesos y pegajosos, un sudor más salado de lo normal y jugos digestivos espesos.
Todas estas secreciones que son más espesas de lo normal y se producen diferente a otros niños, pueden producir una obstrucción en los pulmones, haciendo que los niños con esta enfermedad sean propensos a tener infecciones en los pulmones, porque los mocos son un buen ambiente para las bacterias, causan dificultades para respirar y un eventual daños en los pulmones. Además debido a los fluidos digestivos más espesos del páncreas, estos no pueden llegar al intestino delgado para ayudar a la absorción de nutrientes de las comidas, por lo que también puede tener problemas digestivos y de crecimiento.
Uno de los síntomas más notorios que puedes ver de la fibrosis cística es el poco crecimiento, también puedes escuchar mucha tos y resoplos cuando respira, aunque otras condiciones también pueden presentar esos síntomas, como son el asma, la bronquitis y hasta un ambiente lleno de humo y de polvo cuando tu hijo tenga algún tipo de alergia o sensibilidad.
Aunque esta enfermedad no es muy común en el mundo, es una de las enfermedades genéticas más comunes entre personas que tengan origen del Norte de Europa. Otros síntomas de los que puedes estar atento en tu hijo son un gran apetito que no se demuestra en un aumento de peso, que su piel tenga un sabor salado en todo momento y que defeque heces grandes y con apariencia grasosa.
Foto: Belzie