Aunque el embarazo transcurra normalmente, es necesario mantener vigilada la presión arterial, siempre para evitar complicaciones, tanto para la futura madre como para el bienestar del feto gestante.
En casos de presión arterial elevada, hay que seguir al pie de la letra las indicaciones que nos da nuestro obstetra, ya que de esa forma se previenen las complicaciones, porque cuando la misma se encuentra elevada, puede causar desprendimiento prematuro de la placenta, preeclampsia, que además de un elevado incremento en la presión arterial produce hinchazón en la futura madre, y excesos de proteínas en la orina, o eclampsia, que provoca serias convulsiones en la madre y se requiere de un absoluto control durante los 9 meses de embarazo.
Cuando la madre sufre de hipertensión arterial, el feto puede padecer de un retardo en su desarrollo, pérdida del bienestar dentro del vientre materno, nacer prematuro y otra serie de inconvenientes.
La decisión de realizar un parto dependerá de la evolución de la presión arterial de la madre que si se reduce seguramente el embarazo llegue a termino normalmente y sea un parto vaginal espontáneo, pero si a pesar del tratamiento indicado no se logra reducir la presión arterial de la madre, para evitar cualquier tipo de complicaciones, el embarazo se llevará a término mediante una cesárea.
Luego de haber tenido al bebé es muy probable que la presión arterial se normalice, pero siempre es conveniente luego del puerperio, que la madre realice los controles pertinentes para descartar la posibilidad de una hipertensión crónica que se manifestó solamente durante el embarazo.