Además de su sencillez cuando en un diseño aparece careciendo de alguna otra combinación cromática (como lo comenté en Holanes en vestidos blancos), las prendas en color blanco sugieren otros percances y desventajas que pueden colocarlas como última elección para formar parte de tu clóset.
Las telas blancas son quizás las más indiscretas con las imperfecciones del cuerpo como las llantitas o la piel flácida. Por su claridad hacen nulo disimulo del volumen, además de que cuando se trata de una tela especialmente delgada, puede transcurres la ropa interior. Ello puede aprovecharse como una tendencia intencional, o por el contrario, suceder como un accidente desagradable.
Tampoco son muy convenientes para cuando se pretende dar paseos largos y otras actividades que te expongan al contacto con tierra u otras sustancias que puedan ensuciar las prendas blancas con facilidad. Las gotitas que salpican comúnmente (y sin causar mayor preocupación) la ropa en cualquier momento del día y en casi todo lugar, en ésta se tornan más alarmantes, ya que lucen con mayor obviedad y pueden dar una imagen poco limpia de tu atuendo.
Otro disgusto por el que te pueden hacer pasar es que blusas, pantalones y vestidos comiencen a percudirse con el paso del tiempo. Ciertos tipos de hilo son propensos a tornarse amarillentos o de aspecto desgastado.
Foto: Net-a-porter
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